Detesto que ni con palabras reales
pueda manifestar mi enojo.
Detesto la risa burlona de las hienas;
la indiferencia de los peces;
la insana conspiración que la gallina,
el perro y los guajolotes
hacen contra el elefante!
Detesto sentir odio por esos animales,
esas bestias que al principio dieron cariño
pero al final, sus garras flagelan este templo!
Detesto que todos mis gritos sean en vano,
que ni el eco, en su natural resonancia,
realice un cambio en este espacio.
Detesto pues, la vida que llevo.
Un caminar en el tiempo
que nadie ha intentado entender.
Y aunque desnude mi cuerpo y alma
todos lo miran, burlándose de él.
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