lunes, septiembre 24, 2007

Un día como hoy

Seguramente alguien nació, alguien murió, alguien fundó alguna ciudad en algún lugar remoto, alguien recibió su primer beso, alguien hizo por primera vez el amor, alguien durmió en una casa ajena o alguien se suicidó. Un día como hoy pasaron tantas cosas, que no existe manera alguna de cuantificar los hechos. Revisando mi correo electrónico, encontré un mensaje donde me cuestionaban sí ya había llegado la inspiración que tanto he dicho me hace falta para escribir en mi blog. Esta persona [tu sabes quién eres], asegura que debe haber algo interesante en mi vida. Pues, no la hay. Me vine a Vallarta porque reprobé por cuarta ocasión una misma materia en el ITC. Estoy viviendo con Alejandra, una amiga que conocí en la prepa pero que mantuve más comunicación una vez entrando a la Universidad. Quizá la mayor novedad después de eso, es que hace 10 días cumplí 24 años. ¿Qué se siente? Nada. Es lo mismo, solo que la sociedad espera algo más de seriedad de tu parte. Porque a los 24 años uno ya tiene edad para valerse por sí mismo, mantener un trabajo, y hasta algunos piensan que ya es tiempo para casarse. Lo interesante en mi vida se ha ido. Ahora ni siquiera puedo mantener un blog. Puede ser que ya haya dicho todo lo que debía decir.

lunes, junio 04, 2007

- ¿Doy por hecho que Gritadera vuelve a estar online? - Sí, dalo por hecho.

jueves, mayo 31, 2007

¿Traición o venganza?

La situación es simple. En una de mis clases, en mi nueva escuela, se nos organizó en equipos de trabajo con el propósito de aprender a colaborar con otras personas. La primera ocasión, por fortuna, estuve en el mismo equipo que mi amiga Alejandra; para la segunda ocasión, también me creí afortunado al formar grupo con dos chicas bastante dedicadas. Debo aceptar que yo deseaba convivir con ellas, así como con su núcleo de amigos; nada más porque son el grupo de inteligentes, aquéllos a los que sus demás compañeros llaman "Los Iluminados". Con los días, fui creando lazos de amistad; o al menos eso creí. Zulema y Grecia realmente eran buenas trabajando, le dedicaban a sus déberes escolares el mismo tiempo que a sus respectivos novios. Cuando estábamos en clases, nos comunicabamos sin problemas. Incluso en ocasiones, llegamos a bromear entre nosotros. No dudaba que había hecho nuevas amigas. Pero luego pasó un incidente que me hirió. En la misma clase, se nos asignó otro proyecto de investigación en equipo. Ambas, inmediatamente me dijeron que deberíamos hacerlo pronto. "¿Voy a trabajar con ustedes?" cuestioné porque no había entendido si era con el equipo anterior o con uno nuevo. La respuesta por parte de las dos fue sí. De repente, la maestra hizo el comentario que los equipos debían estar formados por la gente que estaba en clase. Y cual si yo no estuviera ahí, tanto Grecia como Zulema miraron a otro compañero para pedirle sea con ellas. Yo las miré perplejo. ¿No me habían dicho minutos antes que yo sería con ellas? Al parecer, se percataron de mi asombro e intentaron hacerme creer que la profesora exigía nuevos equipos. Me sentí traicionado. Para esto, ya teníamos un proyecto asignado con anterioridad en el que definitivamente yo estaba con ellas. Pues a unos días de entregarlo, les anuncié que tendría que irme a Colima durante el fin de semana así que no podría juntarme para trabajar en el proyecto por lo que, para no causar problemas, me saldría del equipo. No fue así. No hice solo el trabajo, de hecho ni siquiera fui a Colima. Sólo quería dejarlas. No me sentía anímicamente sano para verlas durante el fin de semana por tiempo ilimitado. Por eso preferí abandonarlas. Mas creo que mi error fue formar equipo con Alejandra. Y no es que lo haya planeado así, fue solo cuestión de necesidad. La investigación del proyecto era muy larga, no pude hacerlo en su totalidad, así que preferí unir fuerzas con Alejandra y Rosa. Al darse cuenta Zulema y Grecia, noté en ellas ese aire de traición, aquel que aparece únicamente cuando alguien en quien confiabas te voltea la cara. ¿Mi actitud fue venganza o una vil traición?

martes, mayo 22, 2007

La despedida

Siempre pensé que decir adiós era algo sencillo. Tantas veces imaginé aquel momento en que me despedía de mi familia, con mi madre llorando y yo montado en mi papel de víctima. Pero la realidad dista mucho de la fantasía. Desde el momento en que di la noticia en mi casa, pusieron el grito en el cielo. “¡¿Por qué te quieres ir tan lejos?!” fue lo primero que exclamo mi abuela. Los motivos eran varios. Puerto Vallarta es muy conocido por ser un centro turístico a nivel mundial, sobretodo para los ciudadanos de los países de América del Norte. La simple idea de ir hasta allá para culminar mi meta profesional sonaba maravilloso. Mi primer plan fue trabajar para mantener mis estudios y la casa que arrendaría. Así que en teoría, no necesitaba de nada más que el apoyo de mi padre para llevarme hasta allá. Pero con el paso de los días, me fueron enseñando con acciones que no importa cuán difícil es para un padre despedir a un hijo, ni siquiera cuando éste va en busca de una oportunidad más para terminar su carrera, después de muchas que tuvo en su ciudad natal. Así fue entonces, que un jueves por la mañana dejé Colima para aventurarme a terrenos qué conocía poco. Dejé una habitación llena de sueños y fantasías, dejé la casa que me vio crecer. Dejé a la gente que me quiere sin otra razón que el lazo familiar. Dejé amigos; y también lo dejé a él. Y así, comienza una etapa más...