Siempre pensé que decir adiós era algo sencillo. Tantas veces imaginé aquel momento en que me despedía de mi familia, con mi madre llorando y yo montado en mi papel de víctima. Pero la realidad dista mucho de la fantasía.
Desde el momento en que di la noticia en mi casa, pusieron el grito en el cielo. “¡¿Por qué te quieres ir tan lejos?!” fue lo primero que exclamo mi abuela. Los motivos eran varios. Puerto Vallarta es muy conocido por ser un centro turístico a nivel mundial, sobretodo para los ciudadanos de los países de América del Norte. La simple idea de ir hasta allá para culminar mi meta profesional sonaba maravilloso.
Mi primer plan fue trabajar para mantener mis estudios y la casa que arrendaría. Así que en teoría, no necesitaba de nada más que el apoyo de mi padre para llevarme hasta allá. Pero con el paso de los días, me fueron enseñando con acciones que no importa cuán difícil es para un padre despedir a un hijo, ni siquiera cuando éste va en busca de una oportunidad más para terminar su carrera, después de muchas que tuvo en su ciudad natal.
Así fue entonces, que un jueves por la mañana dejé Colima para aventurarme a terrenos qué conocía poco. Dejé una habitación llena de sueños y fantasías, dejé la casa que me vio crecer. Dejé a la gente que me quiere sin otra razón que el lazo familiar. Dejé amigos; y también lo dejé a él.
Y así, comienza una etapa más...
1 comentario:
Muy buena redacción, (aunque no lo creas, esto es raro aún entre "escritores".
El tema estupendo, refleja por lo que muchos hemos pasado.
Te puedo preguntar? Que fuiste a estudiar a PV?
Luis Rafael
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